Los antiguos griegos creían
que el frío glacial del invierno
podía congelar las palabras pronunciadas
hasta que el verano las volviese a liberar
de sus celdas heladas en el aire.
Así están mis palabras ahora, Isabel.
Aquellas palabras de amor
que prometían un viaje definitivo
a la salvaje honestidad de nuestros cuerpos
nuestras mentes
también están congeladas
a la espera de ese verano en Amalfi
o Marrakech
Palabras de amor
.-ahora de hielo-
que sueño decirte al oído
cuando suceda ese imposible verano
de nuestras vidas.
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