viernes

EL VIEJO MARX(I y II), de Adam Zagajewski




I


No puede pensar.
Londres es húmedo 
y en cada habitación alguien tose.
Nunca le gustó el invierno.
Sin pasión, reescribe una y otra vez
manuscritos del pasado.
El papel amarillo es frágil 
como la tuberculosis.

¿Por qué la vida corre tercamente
hacia la destrucción?
Pero la primavera retorna en sueños 
con nieves que no hablan
en ninguna lengua conocida.
¿Y dónde encaja el amor
dentro de su sistema?
Donde uno encuentra flores azules.
A los anarquistas los desprecia,
los idealistas le aburren.
Desde Rusia recibe informes
demasiado detallados.
Los franceses son ricos.
Polonia es ordinaria y apacible.
América nunca cesa de crecer.
Hay sangre en todas partes,

hay que cambiar el papel de la pared..
Empieza a sospechar
que la pobre humanidad
siempre andará fatigosamente
a traves de este viejo planeta
como un lunático de barrio
agitando sus puños 
hacia un Dios invisible.


II


Trato de imaginar su último invierno,
Londres, frio y húmedo, los besos cortantes de la nieve
sobre las calles vacías, el agua negruzca del Tamesis,
prostitutas congeladas encendiendo hogueras en el parque.
Enormes locomotoras sollozarian en algun lugar de la noche.
En el pub, los obreros hablarían tan rápido 
que no entendería ni una sola palabra.
Talvez Europa fuese mas próspera y en paz,
pero los belgas aún atormentan el Congo.
¿Y Rusia? ¿Y su tirania? ¿YSiberia?

Pasaría todas las noches mirando hacia las persianas,
no podría concentrarse, volvería a escribir viejas obras,
releer al joven Marx dia tras dia sin parar,
y secretamente admiraria a ese ambicioso autor.
Aún tendria fe en su visión fantástica 
pero en momentos de duda
se preocuparia porque le habria dado al mundo
solo una nueva versión de la desesperanza;
entonces cerraría los ojos y no vería nada
sino la roja oscuridad de sus párpados.











BERTOLD BRETCH EN LA ETERNIDAD (ADAM ZAGAJEWSKI)

 

Tu tumba yace justo en el corazón de Berlín,

en ese cementerio elitista y filosófico 

donde no entierran a cualquiera, donde

Hegel y Fichte descansan como anclas oxidadas

(sus barcos hundidos en el abismo

de los libros de texto)


Tus errores extravagantes, tu adoración de la doctrina

yace a tu lado como hachas y lanzas en cuevas neoliticas,

igualmente útiles, igualmente necesarias.


Eligiste Alemania del Este, pero también 

un pasaporte austríaco, por si acaso.

Fuiste un revolucionario precavido

¿pero puede un oxímoron salvar al mundo?

Escribiste un poema: Para los nacidos mas tarde.

Tenías la esperanza de que el futuro

cedería a tu persuasion. Pero el futuro

ha pasado.

Los nacidos mas tarde, indiferentes, sin rumbo

caminan entre tumbas como turistas en museos

que solo miran las inscripciones debajo

de los cuadros.

Es abril, un dia soleado y fresco, negras sombras

se aferran a las lápidas, como si los detectives fueran

los verdaderos inmortales.



Adam Zagajewski

(tomado de su libro "Asimetria", 2014)